Camine sin parar,
recogí todas las piedritas que pude
y nada queda ahora
en el tapanco de la tristeza,
en el penthouse cerebral,
perdí la ilusión de ti,
sólo quedan esbozos dactilares en mi ombligo,
al que no presto atención, ni lavo
Porque temo que desaparezcas para siempre.
Porqué temo no poder quitarme tu olor.